No
hay instintos básicos
Todo
es una red de hilos delgados que se prolangan y enredan las cosas y los casos
Las
copas de los árboles llaman a los rayos cargados de protones y neutrones
también contenidos en la carne que deseo
Deseo
hecho de hebras tejidas en los parques de la infancia y en las camas de
hospitales, hecho de tijeras, de zapatos y
trompos, de la peluza vegetal de los flamboyanes que cubría los parques
como campos de algodón
Algodón
para la sangre que salía de la nariz por las bochornosas tardes de fútbol, y el
balón manchado de sangre como la esfera que es el mundo
El
mundo al que también quisiera patear y romper todas las ventanas de todas las
escuelas y reirme a carcajadas como un ser irracional
Porque
los seres irracionales son los que verdaderamente aman y patean balones y ríen
y lloran y no saben que hay secretos
Yo
tengo muchos secretos como tú también los tienes, y a veces soy irracional y
quiero morderte y vivir dentro de ti como una bacteria o defender tus huesos y
tu carne como lo haría un afarencis con su mamut
Pero
también me da por pensar cosas enormes que no alcanzo abrazar, como un globo
aerostático que se eleva y ve a los hombres diminutos perderse entre las copas
de los árboles
Y
me dan ganas de saltar y caer a un océano lleno de peces flourecentes escondidos
en tu esternón y ya no pensar más ni tener más secretos, sólo cortar los hilos
y poseerte
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